La violencia contra la mujer es un problema de salud pública que afecta a un tercio de la población a nivel mundial. En noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, según la APA, (American PsychologicalAssociation), define la violencia como “…un patrón de conductas abusivas, que incluyen un amplio rango de maltrato sexual y psicológico, usado por una persona en una relación íntima contra otra, para mantener el poder, control y la autoridad sobre esa persona”. Además, indica que la mitad del total de las mujeres de EU ha sufrido al menos una forma de agresión por parte de su pareja y en México las cifras no son menos alarmantes, además del aumento de la violencia intrafamiliar durante la pandemia. La mayor parte de los abusos son de la pareja y/o la familia, es importante señalar que muchas mujeres no identifican cuando se encuentran en una relación dañina, y aun con evidencias les resulta difícil admitirlo y hacen una interpretación.

 

Algunas señales son el control y el requerimiento de saber siempre dónde estás y con quien, el no permitir la toma de decisiones, el desaliento ante cosas que se desean hacer, denigrar y ofender, obligar a tener relaciones sexuales, hay abuso en el manejo del dinero, se restringen relaciones sociales, se ridiculiza o humilla, hay intimidación con miradas, gestos o cambios bruscos de humor, amenazas, desvalorización, culpar, acoso, empujones y otras manifestaciones de agresión física. Las características básicas de la violencia contra las mujeres en la pareja son repetida, cíclica, consciente y selectiva. En los periodos llamados de “luna de miel” cuando la violencia cesa, la víctima vuelve a confiar en el agresor, quien continuará ejerciéndola y se hará extensiva a los hijos, mascotas y bienes de la víctima. Es necesario aprender a observar las señales y confiar en el instinto, si algo parece que no está bien, aprender sobre los indicios del control y la violencia, así como el perder el miedo a pedir ayuda. 

 

Una de las mejores formas de evitar la violencia es la prevención, educar en el autocuidado, que según la Organización Mundial de la Salud implica la autorresponsabilidad, enseñar formas de solucionar los problemas de forma constructiva, enseñar la dignificación como personas y trabajar en una autoestima saludable que permita tomar decisiones convenientes, esto significa aprender a quererse y a tener autoconfianza. Una persona que padece violencia intrafamiliar tiene por lo general manifestaciones de problemas de salud como hipertensión, trastornos digestivos, depresión, que se asocian a problemas del trabajo o casa, sin considerar que puede ser algo más. Las mujeres que sufren maltrato toman muchos más medicamentos, fuman o beben para evitar el estrés, angustia y sufrimiento. Una mujer agredida incorpora modelos de dependencia y sumisión, con conflicto sobre la necesidad de expresarse y el temor de la reacción del agresor esto ocasiona síntomas psicosomáticos. La salud implica adaptarse y funcionar bien, esto requiere emociones placenteras, cuando hay queja y/o malestar hay mayor enfermedad. La mayoría de las mujeres son entrenadas para cuidar a otros y los roles muestran sobrecarga física y psicológica que afecta su bienestar emocional, las mujeres debemos reaprender a cuidarnos, aceptarnos y amarnos, esto es el primer paso para acabar con la violencia.

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